YPF Cross Series - Zarate 2004

El primer tramo es corto. Los equipos no se llegan a distanciar. Son dos kilómetros por un sendero irregular y lleno de barro. Es un mar de corredores y, por eso, se corre distinto. La energía se transmite, está en el aire. La adrenalina fluye a mil por hora. Llegás al parque cerrado rápido y salís rápido. Estás muy fresco todavía. Te parás en la bici y le das. "¡Loco, están ahí!", les gritás a tus compañeros. Ves corredores por todas partes y los querés pasar por arriba. Pese a las lluvias, no hay tanto barro, aunque -igualmente- el que hay es suficiente para trabar la carrera. Se empiezan a separar los equipos. Se adelantan los barreros y se caen los que se olvidaron las rueditas. Pasás por el chiquero con cuidado, porque te acordás del año pasado, cuando te enterraste hasta la cintura. Ves algunos que pincharon y otros que directamente rompieron la bici. Abrís el v-brake, ahora vas menos cargado. A la mitad de los casi treinta kilómetros de recorrido te encontrás con la primera prueba especial: el puente. Bajás de la bici, te sacás la mochila, te clavás un glucotem y entrás a correr. Entre alambrados y pozos, después de 500 metros -que con zapatillas de bici son fatales-, llegás. “El puente” es algo que algunos esperan con ansias y otros quieren dejar atrás, que pase y listo. Son seis metros, pero el problema no es ese. El problema es que no parecen seis metros, hasta que cruzás la baranda y no hay nada entre vos y el agua. Será coraje, será la carrera que te lleva, serán tus compañeros que te arrastran; cuando te querés acordar tenés el estómago en la garganta y estás cayendo. Abrís los ojos -si te animás- y ves sólo negro. Las zapatillas te pesan. Braceás con todo, pero todavía no salís a flote. El agua está helada. Parece mentira lo profundo que llegaste. Salir del río es complicado, la orilla está muy alta y el terreno es muy resbaladizo. De vuelta a pedalear. Calculás que te debe faltar la mitad del tramo de bicicleta. “Un rato hasta el parque cerrado, y después a correr”, pensás. Tratás de aprovechar los útlimos kilómetros sobre ruedas para pasar algún equipo, pero habías pensado mal. Antes del parque cerrado está la otra prueba especial. “¿Cómo, esto qué es?”, “Pero, ¿la otra prueba especial no era el río cross?”. Las cosas cambian; en vez de encontrarte con el río cross después de los botes, te sorprende un corral de ganado en medio del recorrido de bicicleta. Las ventajas se pierden y la carrera se traba; los corredores se juntan. “Che, ¿hay que sacar número, cómo es la cosa?”, tanto esfuerzo para sacar un poco de distancia y, de golpe, te encontrás con la cola del banco. Pasás por la manga llevando la bicicleta en una rueda y después lo peor. Hay que cruzar un piletón lleno de agua estancada que, más allá de mal olor, nada aporta a la carrera. Basta de pedalear, ahora de vuelta a correr. Agua, gatorade, una barrita, lo que tengás ganas mientras que sea rápido. El parque cerrado es muy traicionero, más te quedás, más querés quedarte. Es el lugar donde está todo lo que querés en ese momento, comida, bebida, descanso. Es una tentación muy fuerte. A correr otra vez. Es un trecho largo y te parece que no se termina más. Eso sí, el paisaje es espectacular. Corres concentrado. Primero una arboleda, después un descampado. Levantás la cabeza y, por fin, ves los botes. Es momento de lo que podría llamarse la más difícil de las pruebas especiales, ponerse el chaleco salvavidas. Te subís al bote, les das un descanso a tus piernas y empezás a castigar los brazos. Son cinco kilómetros en los que el trabajo en equipo es muy importante. La coordinación es fundamental. Otro round con el chaleco y a correr. Es el último trecho, hay que armarse y aguantar. El terreno complica la carrera. Venís muy cansado, pero ya estás ahí. A esta altura algo aprendiste, de acá hasta el final hay que dejar todo. Cruzás la meta y balbuceás a tus compañeros una síntesis perfecta: “Dura, che”.









CHARLY A. TEAM
Una Idea de Charly Achaval, no juntar un grupo de corredores profesionales sino formar un equipo de cero, un equipo de amigos, que entre estudios y trabajo, se entrena y da lo mejor de sí para obtener en el circuito YPF Cross Series los mejores resultados posibles. Y que mejor manera de dar lo mejor de cada uno que contratando como entrenador a Diego Ardaiz que con la ayuda de “Pato” Rodríguez brindan toda su experiencia no sólo como entrenadores sino también como corredores.